Las nubes abren una grieta y por allí se asoma el sol, ¿Seré quien creo ser? me pregunto y no me contesto, mi bestia se pierde en la anchura de la avenida desierta. Y el sol pega fuerte, pero solo por un instante. Me ciega más fuerte su gris de ciudad derruida, de fábrica maltrecha. Y entonces me pregunto ¿de qué se viste hoy Pompeya? Me pregunto y me contesto: De nada y de todo, de todo que se sufre, de nada que remedia. Un tango olvidado y los tiempos cambiados. Mi suerte no es la misma, mi rostro tampoco; el miedo aprisiona mil almas que se funden en el misterio de su inmediato destino y el puente bello, pero incierto, nos conduce por las fauces del nauseabundo cuenco que se prolonga indiferente y olvidado, maloliente y putrefacto. “Sur, paredón y después”. Homero, mi querido Homero, poeta del recuerdo, amigo que nunca fuiste; ¡si vieras ahora el escenario del desconsuelo y el afán por las almas perdidas! “Sur, paredón y después”. Las miradas se pierden satisfechas en un efímero placer de un mito superficial; pero ya nada es lo mismo y el olvido no ha traicionado y ha hecho olvidar, mas perecen subterráneas las vías para no repetir y solo, por un instante, recordar.
Solo me bastó llegar y cruzarte la vía, verte apretada, pequeña. Verte encolerizada por la venta ambulante, verte sonriente y triste a la vez. Transitada y dejada, retomada, llena de amores, llena de alas enjauladas, de placeres, de alambiques brillando en la oscuridad. Calles de Tango, de pasión, de arrabal, de sentimiento vagabundo, de amores lejanos, de secretos olvidados. Rica y pobre.
Perdidos por perdidos nos perdimos en
1 comentario:
lindas pinceladas para un retrato de Pompeya! beso
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