el lado activo del infinito

domingo, 15 de febrero de 2009

Sobre la princesa y otros futurismos.

Princesa única, no sé donde encontrarte, no sé donde contarte. Princesa, de un todo mundo, quisiera escucharte, ver tu aventura y tu gracia. Las tintas mojadas formaron formitas de palabras para decirte lo que te extraño. Un hechizo inexplicable me envuelve en una primavera interminable. Quisiera encontrarte princesa, en un café en La Habana, en una plaza de París, en alguna callecita de Quito, en algún desierto sin fin. Ciertamente... solo encontrarte me basta. Llevarme a mi esencia esa parte que falta y el mate que se lava, suspirar la noche y tragarse el frío y el vaso que chorrea espuma de Fernet, y lo pienso bien, ni que París ni que Habana, ni que Quito, solo ahogar nuestros labios en el bar de Nancy. Sí, bajo la pobre luz de un triste farol de Mataderos, te tomaré de las manos y te miraré a los ojos, fijamente mis ojos sobre los tuyos te dirán que estoy pensando, unos cuantos segundos analizando tus delicados rasgos te asustarán, pero extrañamente descubrirás que estoy apreciando tu naturaleza. Ya incómoda me preguntarás si algo me pasa y te diré que no. No me creerás, tan maravillado quedaré al mirarte que mis ojos mostrarán un movimiento como si adentro llevara un circo en acción. Y una vez más, dejarás pasar un colectivo, te diré al oído lo loco que estoy, intentarás consolarme, aún sabiendo que soy feliz mirándote. Ambos mudos. Nos hallaremos solitarios, tu incomodidad desaparecerá y tu mirada se endurecerá como una roca, entenderás todo. Tus ojos se completarán con otro circo viajero: entonces ambas miradas soslayarán trapecios, elefantes, enanos, locos, payasos, malabaristas, aves y demasiados colores para la ocasión. Mi mirada hablará y la tuya responderá mientras un perdido o un borracho nos observará desde una esquina cercana. Las calles estarán a nuestro favor. Tus manos se tragarán a las mías tímidas y una mueca tirando a sonrisa será mi respuesta. Te sonrojarás y nuevamente pondrás el circo en acción, ambos reflejaremos montañas. Me dirás vos algo al oído y agacharé mi cabeza avergonzado e inocente. Nos acercaremos más para cuando el viento haga volar algunos desechos; un unicornio en una cornisa mirará enamorado por la situación. Este esperará un desenlace, nuestro tiempo se hará solo nuestro. El viento nos envolverá y ni el diablo podrá acercarse, para ese entonces ya habremos cenado bien y nuestras cadenas estarán por romperse; voy a querer acercarme y una barrera extraña hará que te alejes un cachito. Princesa, la luna crecerá y nos daremos cuenta, seguirán los susurros aduladores y balbucearemos los deseos reprimidos. Las tempestades cruzadas nos acercarán, y yo con una sonrisa responderé; ya sin más escapatoria, te rendirás ante la esquina expropiada y las almas que rezan por el descontento, se esfumarán deseando que lo inevitable se evite. Los circos comenzarán a desarmar sus carpas, cuando el último trapecista caiga, se explayará la verdad. Tendremos poco tiempo para seguir pensando, los remolinos amenazarán con sus silbidos. Yo despeinado, vos también. Acercaré mi rostro y en hielo te convertirás para no moverte, la primavera te hará agua la boca. Sabrás cual será la verdadera estación, vacilante finalmente, te hundirás en las alturas de un abismo ya tan pronunciado. La tormenta amenazará nuestra guerra de miradas y una primera gota mojará tu mechón dorado. En ese instante seré feliz al ver tu cara desconcertada, tu ácido humor estallará y por dentro reventaré de risas. Entraré en conciencia sabiendo que tu ternura despierta tu bravura. Te querré. Como nunca antes te querré. Lo sabrás. Tímidamente me deslizaré hacia tu figura y comprenderás la mirada, verás al trapecista caer a un placentero vacío y lo salvarás, para que cuando pase el susto, vuelva a caer. Y quizás nada de esto pase, o tal vez, el circo desplegará su artillería confusa y así sorprender al público son el final menos esperado. De seguro, varios colectivos, dejarás pasar.

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