el lado activo del infinito

martes, 22 de enero de 2008

La ruta sobre rieles.

Tras abandonar la tempestad de la respuesta postal tronadora, desvié el rumbo hacia los pastizales del campo viejo. Fundí el alma con alguna única especial y de pronto aprendí con ella a viajar sobre el metal, metales mágicos si los hay aquellos de los rieles. Bajo los soles del día verde disfrutamos mucho más que solo miradas para hundirnos en el final del camino, en el lago de las aves, aves únicas. Llevaban picos largos y cortos, vuelos altos y alertas. Tan hermosa fue esa tarde, esa mañana, esa noche, que solo pude pensar en la vida misma y su abundancia, y mas allá de todo aquello que nos persigue hecho sombra, descubrí que hasta la oscuridad tiene su brillo. El pasto y su alegría de dar vida, miró sin retorno aquel camino sometido a nuestra aventura. Se rindió a nuestras pisadas, como así lo hizo el sol en nuestro ocaso; y mientras mas noche era, mas alba se tornaban nuestros cuerpos. Viví en el largo viaje de la ruta maldita uno de mis primeros y mas hermosos días. Solo que ella ya llevaba la ruta en sus manos, y más rápido, más lejos, partió hacia las montañas. Y hasta siempre alma gemela, nos veremos en algún otro punto de nuestra ruta. Los sentimientos se mantienen en cimientos de acero como el de los rieles que saboreamos.

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