Ya no me quedan dudas; poco falta para que nuestros corazones ardan en la gran hoguera de miles de almas. Tajeo al horizonte con el fugaz parpadeo de un iris profundo, y regresa mi recuerdo a la figura a quien todo le doy. Si solo supiera la huella invisible que ha dejado en mi bobo, sabría que los mensajes de la psiquis vienen impresos en el viento, que cada brisa que la azota, es un susurro suave que coloreo en su mejilla. Pero se ha perdido, o la he perdido. De modo, que ahora danza otro rito al son de mi ausencia y su bravura renace en la esperanza de otra mirada, lejana y opuesta a la que obtusamente propongo.
Es triste saber que cada día, mi recuerdo hacia vos, (joven princesa), se hace ceniza y no se guarda. Solo me mantiene vivo el recuerdo de tu sonrisa, las pisadas por mis barros, tu mirada única (y tan tierna). He de caer de una vez a este precipicio, pero por alguna razón incontrolable, no puedo destrozarte en mi caída y dejo en tus manos o al azar, el regreso triunfante de una bestia salvaje dispuesta a no morir jamás.
el lado activo del infinito
martes, 16 de junio de 2009
sábado, 6 de junio de 2009
Sobre un manto de estrellas una historia te contaré VIII
Y soñó. Su temeroso estado onírico de una noche vacilante la engañó al fin. Fue entonces que su inconciencia despertó las dudas que engendraban su taciturno pánico. Y el universo se detuvo a sus pies, pues deberían haberla visto: sus ojos claros destellaban una nebulosa risueña; su cabello rubio desprendía pequeños sueños deambulantes; su boquita temblequeaba al mismo ritmo que los látidos de su rojo corazón; sus brazitos se hacían flexibles como el mar; su piel parecía haber sido decorada por los más maravillosos artistas del planeta; su postura quería encorvarse de vergüenza, pero su coraje la mantenía firme como el roble que la subyacía; su indiferencia hacia la totalidad la transformaba en única y estrella. Era conciente que poco le quedaba para llegar aquí, y cuando uno más se acerca al misterioso horizonte, más se aceleran los ritmos y la certeza de la muerte prematura. "¿Muerte qué nos deja vivir? ¿Muerte piadosa?" pensó. "Miedo a morir por la pasión, miedo a perder el miedo que me mueve a perderlo" pensó después. La majestuosa tempestad que comenzó a sacudir las alturas del incansable muro, bajaron y se toparon con la princesa; a modo de acaricia, las frescas aguas lavaron sus pieles y ella tan fresca miró al cielo y unió las pestañas como símbolo de un placer absoluto. Si no había excusa para continuar bajando, ella la encontraba. Sin embargo la excusa la encontró.
Un misterioso ser con cuerpo y luz, pero de envergadura escalofriante, envovolvió a la princesa poco antes de caer sus últimos kilómetros. Unieron sus voces e indescifrablemente progenitaron una comunicación de la que no dependían de sus labios, de su lengua, o su paladar. Un juego extraño los mantuvo activos pese al desafío que les prometía la realidad natura. su nuevo amigo se trataba de un rayo; rayo que iluminaba sus deseos más profundos, rayo que quemaba los pensamientos más fríos de su soledad ambulante. La princesa rio y rio hasta el hartazgo, cansados se propusieron conocerse más. Ella se sentó en una constelación abandonada que poco tenía que hacer por ahí, mientras el rayo, con su técnica de un flujo de energía continua, le hacía figuras chistosas que soliloqueaban en la profunda y serena noche. Intentó dibujar el rostro de la princesa, y de tal mamarracho la muy pequeña rió, jamás adrede insultaría un rayo, pero la forma graciosa de querer imitarla imprmiéndola en el infinito, detonaba grotesca.
-Jamás en esta corta vida- dijo la princesa- había conocido en persona a un rayo.
-En verdad-dijo él- nosotros no dejamos nunca conocernos.
-Pero ¿por qué?, si son hermosos.
-No se trata de la belleza, se trata de nuestras cualidades y limitaciones.
-Figúrese rayo querido, que como en otras ocasiones y otras cirscunstancias, no logro entenderlo.
-Discúlpe por mi osadía princesa mortal, pero creí que era más rápida.
-Si mi condición fuera la de un rayo, tal vez lo sería.
-Allí en los cielos, entre el sol, la luna y los misterios, convivimos todos los hijos de Thor, esperando algún día ser liberados de una terrible maldición. Maldición que no elegí y que tampoco acepto. Y esto consiste en que somos tres tipos de seres que podemos conjugarnos para dar vida a esta relativa felicidad...
-Jamás me divertí tanto con alguien rayo- interrumpió la princesa.
-Yo tampoco- agregó el rayo y prosiguió.- Esos tres de los que te hablo somos yo, el relámpago y el trueno. Los tres nos vemos envueltos en danzas invisibles que apaciguan nuestros días, pero como todo, como todos, también nos cansamos y queremos cambiar. Esta terrible maldición no nos permite incorporarnos con los mortales y cada vez que hacemos el intento, destrozamos todo aquello que tocamos. Y es así. Hoy me ves de cerca, mañana quizá de lejos, pero si te toco te desintegrás.
-Pero siento que te quiero, te veo y brilla tu luz para mí. Quiero tocarte.
-Si me tocas voy a sufrir por siempre por haberte destrozado, ahora, si no me tocás voy a sufrir por siempre por la decepción eterna de que un gran amor se negó a tocarme por mi condición.
-¡Esto es terrible!- gritó la princesa y su rostró se brotó de un dolor irreconocible.- significa que tu destino entonces...
-No- dijo firme el rayo- el amor es vital e incomprendido a la vez, no porque el amor sea malo, sino, porque es una fuerza tan poderosa como yo, o como vos; el amor tiene sus cosas. ¿o vos jamás quemaste? ¿o vos jamás fuiste incomprendida? ¿o vos nunca fuiste impreviscible?... A propósito... ¿no temés quemarte con el destino que te espera?
Un misterioso ser con cuerpo y luz, pero de envergadura escalofriante, envovolvió a la princesa poco antes de caer sus últimos kilómetros. Unieron sus voces e indescifrablemente progenitaron una comunicación de la que no dependían de sus labios, de su lengua, o su paladar. Un juego extraño los mantuvo activos pese al desafío que les prometía la realidad natura. su nuevo amigo se trataba de un rayo; rayo que iluminaba sus deseos más profundos, rayo que quemaba los pensamientos más fríos de su soledad ambulante. La princesa rio y rio hasta el hartazgo, cansados se propusieron conocerse más. Ella se sentó en una constelación abandonada que poco tenía que hacer por ahí, mientras el rayo, con su técnica de un flujo de energía continua, le hacía figuras chistosas que soliloqueaban en la profunda y serena noche. Intentó dibujar el rostro de la princesa, y de tal mamarracho la muy pequeña rió, jamás adrede insultaría un rayo, pero la forma graciosa de querer imitarla imprmiéndola en el infinito, detonaba grotesca.
-Jamás en esta corta vida- dijo la princesa- había conocido en persona a un rayo.
-En verdad-dijo él- nosotros no dejamos nunca conocernos.
-Pero ¿por qué?, si son hermosos.
-No se trata de la belleza, se trata de nuestras cualidades y limitaciones.
-Figúrese rayo querido, que como en otras ocasiones y otras cirscunstancias, no logro entenderlo.
-Discúlpe por mi osadía princesa mortal, pero creí que era más rápida.
-Si mi condición fuera la de un rayo, tal vez lo sería.
-Allí en los cielos, entre el sol, la luna y los misterios, convivimos todos los hijos de Thor, esperando algún día ser liberados de una terrible maldición. Maldición que no elegí y que tampoco acepto. Y esto consiste en que somos tres tipos de seres que podemos conjugarnos para dar vida a esta relativa felicidad...
-Jamás me divertí tanto con alguien rayo- interrumpió la princesa.
-Yo tampoco- agregó el rayo y prosiguió.- Esos tres de los que te hablo somos yo, el relámpago y el trueno. Los tres nos vemos envueltos en danzas invisibles que apaciguan nuestros días, pero como todo, como todos, también nos cansamos y queremos cambiar. Esta terrible maldición no nos permite incorporarnos con los mortales y cada vez que hacemos el intento, destrozamos todo aquello que tocamos. Y es así. Hoy me ves de cerca, mañana quizá de lejos, pero si te toco te desintegrás.
-Pero siento que te quiero, te veo y brilla tu luz para mí. Quiero tocarte.
-Si me tocas voy a sufrir por siempre por haberte destrozado, ahora, si no me tocás voy a sufrir por siempre por la decepción eterna de que un gran amor se negó a tocarme por mi condición.
-¡Esto es terrible!- gritó la princesa y su rostró se brotó de un dolor irreconocible.- significa que tu destino entonces...
-No- dijo firme el rayo- el amor es vital e incomprendido a la vez, no porque el amor sea malo, sino, porque es una fuerza tan poderosa como yo, o como vos; el amor tiene sus cosas. ¿o vos jamás quemaste? ¿o vos jamás fuiste incomprendida? ¿o vos nunca fuiste impreviscible?... A propósito... ¿no temés quemarte con el destino que te espera?
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