el lado activo del infinito

jueves, 9 de abril de 2009

Sobre un manto de estrellas una historia te contaré

Caminó y caminó. La línea asfaltada se perdía en el aire ondulado que atravesaba el sol. "Niña, mi niña" pensaba. "Niña de los pasitos suaves, pequeña presencia de terciopelo, eterna mirada de tristeza brillante"; caminó y caminó, los sueños se ondulaban en una onda expansiva marcada por varios anillos contínuos, alguien los pisaba cuidadosamente. La inmensidad, no pudo evitar ojear el estrecho de donde provenían estos pasos de zapatitos negro y gris. Caminó y caminó. Un sueño bobo se detuvo, tal vez el menos pensado, pero ese, se detuvo y examinó esa presencia forastera. Me retracto, el sueño bobo no era más que un niño con un cuerpo gigante, un niño torpe esclavo de un cuerpo hostil que lo obligaba ser adulto. "Niña, mi niña" pensó, y por la desesperación habló. "Niña, mi niña, me pisaste" habló al fin. "Perdón" dijo esta presencia que ni por un segundo pensó por donde caminaba-"¡Que raro sos! ¿Qué sos?"-sus pasos se detuvieron y pudo divisar la inmensidad-"Soy un sueño, un sueño recién nacido, atrapado, menguando un poco más día a día ¿Cómo llegaste acá?"- el sueño niño bostezó y se recostó sobre un manto de estrellas, la forastera le sacó una puntiaguda que llevaba en el ala oeste. "Llegué por arte de la magia y no pienso irme ¿Sabés donde estoy?"- "Niña, mi niña. Estás en un lugar lejano de tu hogar, estás en el umbral de la inmensidad"- La forastera puso sus manos detrás de su espalda y se paró en puntas de pies, miraba sonriente, con el cuello estirado, miraba a espaldas del sueño, ella quería continuar caminando. Aconsejó al niño sueño revitalizarse con una siesta de siglos, le contó un cuento de hadas al oído y le confesó que era una princesa y que su reino la aburrió; a lo lejos podía ver un cometa y le rogó al sueño que se durmiera. El sueño se durmió. Ella se deslizó por una constelación, tal como uno por un tobogán, y montó el cometa que tan veloz se veía venir. Desde allí, la línea asfaltada era realmente una línea y la princesa realmente no podía evitar reírse de la inmensidad, se dio cuenta que dependiendo de donde mirase todo era tan grande o sumamente pequeño, y vió tristemente, que el niño sueño a esa altura, tenía el tamaño de un niño. Acarició al cometa y le prometió no llorar más si estacionaba en la esquina más cercana. El cometa, por supuesto jamás la oyó, él estaba muy preocupado por su velocidad. Caminó y caminó. "Aquí todo se ve igual o todo se ve diferente"-se dijo. De un salto dejó el cometa y prefirió sus suaves pies, la tormentosa noche sofocaba de truenos la despiada calle, los vientos y el poder de la luna remolinaban las mareas de almas frías que rondaban sin destino. La princesa se perdió en el tumulto, hervían de hombres las calles iluminadas, estaba perdida, acá no habían sueños ni inmensidad, todo camino se perdía en muros tenuemente iluminados por algún farol indiferente. En su viaje de regreso, nunca a la princesa le hablaron tanto y le dijeron tan poco. Desfilaban adulaciones triviales y gritos desapasionados, su desconsuelo era tan infinito como la inmensidad que había pisado con tanta paciencia y cuidado; no había escondite para el cirsense show de una ciencia tan promiscua e irrelevante. El mundo estaba atestado de adultos, minado, plagado. Todos vivían a velocidades incomprensibles, no se generaban sueños y todos los cazadores eran cazados. Al volver ya nada sería igual, el regreso viene marcado por todo lo que antecede al mundo que has dejado, la princesa era pura soledad en el laberinto de los caminos grises, su reino era un reino perdido y pensó entonces en el niño sueño. "Niña mi niña, tu regreso será eterno, tu belleza será solo recordada por tu caminar, el eco de tus pasos aún retumban detrás del sol y deberás reforzarte con espinas como una rosa, serás bella y mortal, no duermas más que a mi lado para no pensar"-pensó el sueño al despertar. Caminó y caminó. Se dijo entonces la princesa en la puerta de su hogar-"Aún sigo regresando y anhelo la inmensidad, me acostaré en un manto de estrellas y detrás de la herida voy a espiar. Aquí tal vez mis pasos no se sientan, pero igual pisaré, ahora sé que todo aquello que me mantiene viva son los sueños que se ondulan a lo lejos, y camino, guiño el ojo entre la luna y bebo el elixir de las lluvias, voy menguando, eternamente arrastrando el latido profundo del lado activo del infinito". Caminó y caminó.

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