el lado activo del infinito

jueves, 12 de febrero de 2009

Un posible comienzo.

El frío sofocaba los mas vastos cielos ocultos detrás de los mares. Poco a poco, el frío del desengaño nos cubría, congelaba las puertas de los labios del alma. Lo amado, ya no se amaba, la nostalgia se apoderaba de una pierna y cojeando saboreaba la vida. Mi némesis me había tendido una trampa y se burlaba, esta vez, de mi camino reptilinio y deforme. Sufrí. Sufrí por no poder amar ese caminar, por encontrar el sendero embarrado, por destellar en las noches más inoportunas. Las luces de la ciudad se multiplicaban, mientras las burbujas del fondo de la copa, se elevaban para un anunciado suicidio. Lloré pensando. LLoré. Pensé. También sentí. El ardor de la pierna devastada tronó al unísono; el estado colérico de su desventaja desembocó en una risa eterna. Gratuitamente caminé cojeando y comencé a reir, el brivón de los veranos mordió el asfalto de la bronca, y tan terco, tan rengo, emprendí mi viaje. Defraudado por un falso amor, mutilado por esas cosas de la vida. La ruta me lo ha dicho... he de encargarme de aquellos caminantes errantes. ¿Amor? "Esas son cosas del pasado, cosas de la imaginación". No le creí desde el cartel que marcaba el kilómetro cero. Y por alguna razón que desconozco, di el primer paso, comment ce.

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