el lado activo del infinito

viernes, 7 de noviembre de 2008

Grados inciertos

El cartel marcaba longitud sur, los grados yacían inciertos, borroneados. Caminé por un bosque hasta llegar a un pequeño pueblecillo abandonado, allí encontré a un leñador, prejuicioso y desconfiado. Hachaba un tronco seco. Balbuceaba incesantemente, pero nada detenía su trabajo. Cargó en una carretilla las leñas y las trasladó hasta la espalda de una mula. La mula se bancó el peso, el sol la quebraba. Cayó muerta. El leñador ni siquiera se inmutó, el balbucéo continuaba. Sacó las leñas de la muerta mula y al sacar la última tropezó. Cayó sobre un hormiguero y una rama seca le rajó la cara. Poco a poco me fui acercando. El paisaje espantoso de una reunión tan solitaria, reflejaba a un visitante casual en peligro. El balbucéo continuaba. Me acerque aún más. Me preguntaba cómo un hombre frente a todo ese espectáculo no ladraba de rabia impotente. El leñador se mostraba cansado, el balbucéo seguía. Ya estaba demasiado cerca, pero todo aparentaba que no lo había notado, el balbucéo continuaba. Casi se detuvo al lado mío y pude escuchar lo que en realidad, murmuraba: "Dios, llevame a mi, no te rías más, basta de llevarte a criaturas inocentes". Entonces me sentí seguro.

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