Dame de algo para que este día sea simple y llanamente mejor.
Y aunque te preguntes qué es lo mejor,
el sueño treará consigo la verdad.
La flor inmaculada, la piedra que al final no rueda.
Decíme si finalmente es el viento que golpea
en el sol horizontal de la tarde.
Que te vuelve roja bajo ese amarillo oculto.
Decime si sigue siendo igual aquello,
y si aún en la distancia me leés; que brota la diferencia, el miedo
y aún el encanto.
Que el camino entre los árboles
sigue siendo de viento y de sal.
y que tras tu morada se oculta un gran secreto,
que nunca será descubierto.
Aunque aún quieras saber el mío.
En cada grano, en cada gota de este desierto:
yace una estrella esperando que un cosmos brillante
una devuelta esas coordenadas,
inoportunas, intrusas.
Rosagante destino que nos dio la juventud,
y el mísero destierro del corazón
que se ha ido a innumerables ciudades
para darle letargo a esta pasión
que ha encontrado otras razones
en donde posarse.
Decíme si no es así.
O decime que tal vez tus labios
nombran otros mundos por donde volar.
Decíme que leíste que te dije que vi llegar
al cazador con su rifle al hombro;
con su conejo en la mano
y los galgos escoltando el espanto.
Decíme que viste el pasto al ras del suelo,
acariciando el hervidero de insectos.
Y decíme que un lejano acordeón
dibujaba a través del ocaso
tu figura bailando un
no se qué.
Decíme también si en el sueño
no habían cientos bailando
como en una comunión victoriana.
Pero colonial: con mestizos, empanadas,
con montañas y una alegría salvaje.
Donde había una isla que nos esperaba a todos,
para un mundo mejor. Eterno.
Y si este no era el paraíso
era porque Dios para nosotros no está.
¡Y qué bien!
Decíme si no te guste oir aquello
de que Dios es todo o no es nada.
Y te digo que me dijeron que
del infinito a Dios hay un solo paso.
Decíme que esa frase no te deja pensando.
Y que también viste en aquel sueño
un caballo alazán
en la carrera por un desierto lunar
esquivando cráteres en dirección al sur.
Tal vez pa'visar que se acerca el enemigo.
Decíme si en todo esto no hay algo de cierto.
¡Suena el arpa!
El viento nos tiene en velo, el sol marca un camino:
la montaña está a mi favor
y el mar pretende llorar para que el cosmos al fin
nos trague para siempre.
el lado activo del infinito
miércoles, 7 de septiembre de 2011
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