el lado activo del infinito

domingo, 21 de diciembre de 2008

¿Y ahora qué?

La niebla espesa recorre las ramas y las espinas. El entramado del bosque es el caos de mi sueño, la multitud me embiste de frente y como un tractor de barro a mi lado los dejo ocultos en mi pequeña pieza de cartón. Una vida me costó encontrarla y una vida utilicé. El ocaso amarillo que guardan los ojos de tu corazón sé que ocultan mi encanto a tu lado, qué más puedo hacer, si ya lo he hecho todo, dónde se oculta la verdad de esta hermosa historia de amor que se escribe en los matutinos del viento; dónde han quedado nuestros besos de anocheceres mortales y dónde quedaron las dulces palabras que guardan nuestras neuronas cansadas. Cúanto hemos cambiado la altura y el rumbo de nuestras descalzas sinceridades y de nuestras increíbles verdades. La aventura se hizo un sinónimo de vos, tus ojos, tu cabello, tu tibia sonrisa y tu independiente sombra, cada rastro de tu paso es una ferviente huella que convierte los senderos en caminos. El ocaso muestra un rojo antes de morir, rojo que abarca el corazón en esta altura que ha hecho tanto abismo ya, y que deja ver aún tanto alto por trepar y descubrir junto a tu encanto guerrero que todo lo que hay surgió en rebelión. Se dice mucho y no se dice nada, la simple mirada y la posición de una ceja puede ladrar un discurso de pasiones. El Status quo de un mundo que pretende lo cotidiano se ha roto, se ha roto con el nombre que desees darle, se ha creado un mundo aparte que no descansa en la indiferencia de un mundo injusto y que lucha para que un mundo se parezca cada vez menos a ese mundo del que debemos mirarlo desde el pico más alto de nuestro anhelado sueño. Y qué más decir. Si ya lo he dicho todo, si le he revelado los misterios del mismo misterio. Y qué más decir. Ha hablado directamente la piedra fundamental de mi revalsado amor hacia su ternura. Ya lo he hecho todo. Sé que puedo hacer más aún, sé que puedo seguir trepando, sé que puedo seguir diciendo, sé que puedo seguir soñando y sé que puedo seguir buscándola, sé que sé. Ella lo sabe todo y su reloj ya no se detiene, las montañas nos desean, nuestro tiempo va en destiempo, ella lo sabe y yo lo sé, está todo sobre la mesa ¿y ahora qué?

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