el lado activo del infinito

lunes, 7 de enero de 2008

La ruta maldita ya existía.

Había llegado por la puerta de atrás para no hacer ruido. Pensé entonces lo genuino de mis silenciosos pasos, pero sin advertirlo y de alguna manera misteriosa, desperté a los pequeños animales de la noche. Se ve, que corrieron hacia tu hogar, esperando una respuesta, inquietante e inesperado fue tu llamado, que por el bosque y el corto camino se hizo sentir. Se abrió entonces en ese camino (huella convertida en camino), una grieta de amistad y fraternidad. Volvieron los viejos tiempos, volvieron los viejos monstruos, los buenos recuerdos para disfrutar, los miedos para vencer. Siendo lástima lo oculto de nuestro abrazo escogí esconderme en un frondozo arbol y esperar desde su copa unos días y observar, te esperé bajo la lluvia y el sol; y ahí estabas, vos también esperando. Tomé la caminata por asalto y salí convertido en lobo, siendo hombre a veces, solo cuando por equilibrio necesitaba remorder, tomé o mejor dicho, retomé un camino que ya había tomado antes, un camino de sufrimiento y desconsuelo, un camino que hoy es ruta... es la ruta maldita. Una piedra en mi bolsillo era mi guía, en ella veía lo que veía el corazón. El corazón latía al ritmo de una arroyo cercano. Escribí durante los primeros días de la caminata del caminador; luego por arte de magia, las hojas solas descubrieron su propio color. Y así no hizo falta escribir más... continuará

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