el lado activo del infinito

viernes, 28 de noviembre de 2008

La ruta, la vida, el destino

Se sumía el día bajo la cólera ardiente de un sol vengativo. Ni el firmamento nos daba una señal de una mejoría, en las noches en dónde la misma estrella madre descansaba. El asfalto padecía los albores de un rayo sistemáticamente asesino, mas las almas en putrefacción no abandonaban su vano circo; las predicciones estallaban en un posible infierno y los cerebros se congelaban de razón para navegar en la sola preocupación individual. Ya para este instante el día y la noche se diferenciaban solo por una cuestión de colores. El ser divino que había iluminado el desierto por fin era parte de mi corazón, su esencia infinita me atrajo y como si siempre hubiera estado ahí, atravesé la caparazón de su coraza envolviéndome con su manto revelador; al descubrir tal tamaño espíritu descubrí también su condición de princesa. Reinado extraño donde la libertad es el pilar máximo de esta emoción. Concreté un paraje en pleno viaje para saborear mi amor profundo por este ser tan exquisito, sabía que solo en esta vida podía conocerse la savia de un alma de hermosa gratritud. Recorría los kilómetros de ida y vuelta para ganarme el pan, la vida me daba vida para compartir su vida con la mía. Cualquier paso, cualquier mirada, movimiento o pensamiento estaban enjaulados por su presencia, cada camino a la verdad o la mentira, cada camino al corazón, a la dicha o la desdicha eran y aún es, un camino hacia ella. Inoportunamente el destino posó sobre mi camino el obstáculocruelmuerte y pude ver las dos veredas, perdí la respiración y solo pensé en ella cuando nada haría que la viera al fin. Para las taciturnas miradas de los alienados habitantes, sólo fue un rapto del destino. Y sin pensarlo la posible muerte, a ella me llevó también, como me lleva la vida, el pensamiento, el sentimiento, la casualidad, el amor, el desengaño. El destino sin dudas nos conocía bien y su sola existencia quemaba las retinas de los ojos que solo podían ver lo que se veía.

domingo, 23 de noviembre de 2008

La magia y la locura

Sin saber que el fuego estaba ahí
la magia y la locura se quemaron,
se fundieron sin razón
sin más razón que la de ser.

El azar los sorprendió al fin,
Dios crupiere de esta ruleta vida
dejó un llanto a la princesa magia
y un destino incierto a la locura sin fin.

Infinitos pensamientos se entrelazan
¿Qué es la locura? sino más que ver más allá
¿Qué es la magia? sino un pedazo de locura
¿Dónde termina esto? ¿Quien puede saberlo?

Y si ahora la magia es más que la locura
el mundo se da vuelta hasta el techo,
se multiplica la sensación de la ternura
y no queda otra que existir por vos.

La magia y la locura se abrazaron
y al pie de una montaña comprendieron
al destino roto para el descocido
a la sangre siempre para el vino.

La magia no se conocía en primavera
la locura creía saber más de ella,
el mundo observaba absorto
la génesis: una vieja y repetida tregua.

La magia obraba con miedo su engaño
el esquivo a su real sentimiento,
la locura sucumbía en la desdicha
de saber la realidad y la mentira.

La vida incomprendida desolación
encontró ambos desiertos en expansión
fascinó la magia terrible ardor
de bravura que emanaba su fiel corazón,
lloró el cielo al menos una vez
sabiendo la triste vuelta de este camino
circular.
La locura maldice el triste azar
le duele no comprender al fin la realidad
ve una magia que jamás se deja de atar,
sigue sus tibias huellas y sus ansias de libertad.

Ambos desiertos, eternos abismos
no comprenden que no hay azar;
magia y locura
eterno conjuro de un peldaño más,
camino dorado al norte empedrado
cualquier dirección ya es igual.

Sin saber que el fuego estaba ahí
la magia y la locura se quemaron,
se fundieron sin razón
sin más razón que la de ser...

viernes, 14 de noviembre de 2008

Postal




jueves, 13 de noviembre de 2008

Las horas de vos.

Mis ojos enardecieron ciegos de prejuicios.
El talismán de tu sueño me atrapó, me dejó
sin palabras el eco de tu futuro.
El arbol seco al final cayó.
Nuestro cielo de la noche jamás lloró.
A dónde la vida me llevará al fin.
Mímesis de sueños nos atrapan en la esquina.
Osadía la mía de acercarme a vos.
Renace el grito de la rebelde preguntando.
Así nomás te llevaste a mi ser.
Sales de ternura que cubren nuestra rabia.
Tierra gris de la ciudad desierta.
Esteros de luces cubriendo el humo, cigarros
y filosofías cortando el asfalto.
Rugido feroz de tu bestia libertaria.
Unidas concordancias de noches de calor.
Bestia instintiva revalsa de su pecho el corazón.
Increíble la verdad sincera de su adiós.
Acaparo las horas en donde siempre sos vos.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

La princesa dorada

La dorada princesa del verano entre los iluminados,
su sol amarillo, caleidoscopio de hojas de oro,
y lágrimas que ríen.
El tiempo se detiene y cuando nadie maneja el aire,
una magia nueva se produce, una magia nueva,
una balsa nueva.

Yo no estoy aquí, sólo mi sonrisa me delata
pero yo miro desde todas partes a la princesa
que se mueve entre estrellas de corderoy azul
con la soltura de quien no tiene errores.

Ellos le hablan y la contestación
es sólo brillo de los ojos.
La princesa se da vuelta como un guante
y sigue sin adentro ni afuera.

Cuando la princesa habla, vos la oís en tu mente,
y el fauno se despierta y brilla una danza,
una danza roja, desconocida pero eterna.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Encontré un piojo

Estaba en mi ombligo.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Ro

Yo eternizo las cosas y cuando el infinito llega a su fin la realidad comienza su expansión.

sábado, 8 de noviembre de 2008

La princesa dorada (delastardes)

Tu mirada
inocente como la primavera
llegó a mí,
como calor fuerte de verano.

Encandiló con natural tristeza
tu cielo partido
por tanta belleza, pero tan pequeña
y tan fugaz...

Tu campo de trigo
tu cuerpo letal,
pequeña sonrisa inevitable
y mi idiota idiotez
por mirarte,
sin brillo por las tardes
verte caminar, verte andante.

Y si algún día he de juntarnos
que sea noche de verano
tu belleza entre las estrellas
tu fuego entre mis manos
dándome al fin
la primavera.

No lo tomes a mal querida
no es que esté enamorado
es que tanta belleza suelta
es cuestión de poema.

Y tu mirada
inocente como la primavera
llegó a mí,
como calor fuerte de verano
encandiló con natural tristeza
tu cielo partido
por tanta belleza,
pero tan pequeña
y tan fugaz...

viernes, 7 de noviembre de 2008

Grados inciertos

El cartel marcaba longitud sur, los grados yacían inciertos, borroneados. Caminé por un bosque hasta llegar a un pequeño pueblecillo abandonado, allí encontré a un leñador, prejuicioso y desconfiado. Hachaba un tronco seco. Balbuceaba incesantemente, pero nada detenía su trabajo. Cargó en una carretilla las leñas y las trasladó hasta la espalda de una mula. La mula se bancó el peso, el sol la quebraba. Cayó muerta. El leñador ni siquiera se inmutó, el balbucéo continuaba. Sacó las leñas de la muerta mula y al sacar la última tropezó. Cayó sobre un hormiguero y una rama seca le rajó la cara. Poco a poco me fui acercando. El paisaje espantoso de una reunión tan solitaria, reflejaba a un visitante casual en peligro. El balbucéo continuaba. Me acerque aún más. Me preguntaba cómo un hombre frente a todo ese espectáculo no ladraba de rabia impotente. El leñador se mostraba cansado, el balbucéo seguía. Ya estaba demasiado cerca, pero todo aparentaba que no lo había notado, el balbucéo continuaba. Casi se detuvo al lado mío y pude escuchar lo que en realidad, murmuraba: "Dios, llevame a mi, no te rías más, basta de llevarte a criaturas inocentes". Entonces me sentí seguro.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Fernet

Pequeños pasitos. Inundados de hipocresía, la estación espera solitaria en la inmensidad de la jungla gris. El sabor amargo y mi nariz espumosa dibujan un efímero recuerdo de su figura inmutada de pasión. La extravagante calle solitaria, me abandonaba sin refugio para mi corazón y solo veía a lo lejos unos pasitos danzantes. La muerte está tan segura de vencer que nos da toda una vida de ventaja. En mi album, tu mirada no es más que una anécdota, tu carácter una simple estrella al amanecer. Más se movía, más dorado el mundo se promovía en pleno mambo, en pleno tuco de miserias. Todo lo que toca brilla, y lo oscuro amanece al fin, tan pequeña como una gota y tan grande como un océano, atropelló mi alma rota y fundió su esencia en un manto de ruta infinita. Sólo podía imaginar, mas la última emoción se fué, con el último rastro del crepúsculo. La princesa dorada tornaba a la urbe en praderas atravesadas de caminos llenos de corazón y sucumbían bajo ella, las más débiles resacas construídas sin piedad. Me ofreció su sabroso trago amargo en la profundidad del callejón y me demostró que en su ciudad, en su mundo, nadie sufre en la eternidad. El trago largo de su inmensa vida, me deslizaban pequeño posando en una flor, tomando su dorada y oscura bebida, esperando encontrarla en alguna otra ciudad de esta, aún ruta infinita.